con los pies en la tierra o... desde mi ventana
Desde mi ventana se ve el verde del espesor del huerto coronado por el amarillo de los girasoles. Desde el huerto también se ve mi casa. Pero en el huerto se ve la vida, mientras en casa, pasa la vida. Si te sientas en el frescor de la sombra del membrillero, junto a la acequia, a contemplar la biodiversidad, el tiempo se transforma. Casi puedes ver como se estiran los calabacines. La suerte nos ha acompañado. Ha llovido, no lo suficiente pero si lo necesario, para que el Reguero, nuestro arroyo, siga con agua. El resto es el cariño, el intento de aproximación a la comprensión de los sistemas naturales. En sí; la misma contemplación de la naturaleza. Absorto, a menudo descubro que pese a que madrugué ya ha pasado toda la mañana. Lo peor llega cuando tienes que volver a subirte en la maquina con ruedas; y mientras avanzas por la tórrida y pegajosa alfombra negra y desciendes metros, aumenta la temperatura y… el paisaje cada vez mas humanizado. Hasta llegar a ese inmenso p