La huerta y yo
La huerta en su estado de incipìencia
y sin estar ocupada en su totalidad, parece un jardín. Así nos lo ha dicho
nuestro vecino en la aldea y también en la huerta, el sr Angel. Ya había llegado
yo a esa misma conclusión escasos minutos antes viendo mi forma de trabajarla. Con el mismo cariño, pero sin tanta ansiedad,
con mas dedicación y mas entretenimiento, y todo por ese deterioro que a veces
me invade repentinamente y que me hace plantear el trabajo de otra forma, para
evitar el agotamiento. Pienso en ella constantemente, evoco la última imagen
captada por mis retinas, pero también la que permanece en mi memoria; el
frescor de la sombra del membrillero en flor ya bien entrado el dia, el canto
de los pájaros que allí anidan, los sinuosos caballones…. Casi la siento en la
distancia, quiero decir que se si sobre su piel herida por mi rastrillo, cae la
dulce lluvia, yo aquí en la distancia lo noto Y si el viento fresco arrebuja
las plántulas que intentan hacerse fuertes, yo aquí en la distancia lo siento..
Pese al castigo implacable y al
menosprecio que recibe, el agua del Reguero corre fresca y cristalina por la maltrecha acequia de viejo hormigón,
junto al muro de piedra. Yo levanto las piedras y el barro que obstruyen su camino
y ella se cuela, y poco a poco lo empapa todo de dulce humedad, transformando
esa cobertura reseca por el sol y el viento en canales por los que navegan los pétalos
desprendidos de las flores del membrillero.
La huerta es el simple reflejo de
la vida, de la perseverancia por la adaptación de sus moradores a las
condiciones que mantendrán su fertilidad para garantizar así su propia
supervivencia.
Mi supervivencia está en mis
manos.
La fecha de mi caducidad había cambiado
ya hace años. Quizás en 1980 cuando recibí, de manera altruista, la sangre que
necesitaba para volver a la vida. ( Gracias tío por tu inmensa dedicación, en
muchas ocasiones mal entendida a lo largo de mi infancia. Conseguí volver del túnel,
tenía mucho por hacer). Pero para mí, esa percepción no ha llegado hasta el viernes
18 de mayo de 2018, treinta y ocho años después y un día después, también, de
asimilar mi particular estado; f4. Se trata de un adelanto de fecha repentino
(aun sin saber cuál era la otra, ni tan siquiera cual es la nueva), al que hay que adaptarse. Adelanto que
requiere de un reseteo previo, que obliga a encarar el deterioro prematuro que
si o si deberé de pasar, y para el cual debo de prepararme mental y físicamente.
Convencido estoy que lo uno llevara a lo otro, así es que lo primero que debo
pretender es recuperar parte de mi forma física como herramienta fundamental
para enfrentarme a ese marchitamiento, por otro lado manifiesto ya.
Estoy tranquilo
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