SI PIERDES LA SIMIENTE HAS DE IR A ALPUENTE









SI PIERDES LA SIMIENTE HAS DE IR A ALPUENTE
Así me lo contaba Dionisio hace unos meses, cuando hablábamos de cultivos. Desgraciadamente el refrán ya no tiene vigencia. Hoy los que mantenemos huerta acudimos a Chelva, a el Villar,a  LLiria , a Valencia.. a buscar los planteles. Planteles de semillas híbridas que no están específicamente pensados para estas  tierras. Semillas que generan plantas de frutos homogéneos; cuidados en forma, tamaño, aspecto, color  .Diseñadas en laboratorio para dar la máxima productividad, en determinadas condiciones , amen de todas esas otras características, pero con una peculiaridad, no sirven para ser producidas más allá de la segunda  generación, eso en el mejor de los casos.  Es inútil guardar la semilla para la siguiente siembra , lo que hasta hace bien poco hacían todos los agricultores, . El agricultor se convierte así  en dependiente de las semillas, o planteles que le proporcionen las empresas del sector. Rizando el rizo, recordar las variedades comerciales de frutos sin semillas, “diseñados para facilitar su consumo” que existen en los supermercados.
Las campesinas y campesinos  durante siglos, mejoraron especies adaptándolas a la climatología y edafología de cada región. Ellos han sido los encargados de transmitir el germoplasma de gran variedad  de plantas a sus descendientes. Así pues las campesinas y campesinos de todo el Planeta  han alimentado a la humanidad con su inquietud y sabiduría, desde hace más de 10.000 años. ¿No os parece suficiente sabiduría?
Con todo este camino andado, a mitad del siglo  pasado, e impulsada por fortunas como las de los Rockefeller surgió La Revolución Verde, llamada así no por tener sentido ecológico, nada mas lejos de la realidad sino por lo que iba a suponer de revolucionario para la alimentación global. Llego para facilitar el duro trabajo del campo y con la firme promesa de terminar con el hambre en el mundo, aumentando la productividad agrícola.  Se sustentó sobre todo en la mejora de tres cereales clave en la alimentación humana: trigo, arroz y maíz. Estos a su vez ya habían sido domesticados por las antiguas civilizaciones, una vez mas sin ese trabajo previo tan importante nada de esto hubiera sido posible. La población mundial que hasta esos momentos se mantenía estable comenzó a crecer( este es el éxito que se le atribuye),  conforme aumentaba la disponibilidad de alimentos provenientes de grandes monocultivos, capaces de ofrecer hasta tres cosechas por año, eso sí dependiendo de grandes cantidades de agua, fertilizantes,  pesticidas y absolutamente dependientes de una maquinaria cada vez más sofisticada, que primero desplazo animales y luego personas, y  que ya no se alimentaba de forraje si no de combustible fosil. Y así poco a poco, por lo menos en nuestro país, fuimos desplazando la agricultura tradicional que se desarrollaban nuestros antepasados, totalmente respetuosa con el entorno, en la que todo se compostaba y volvía a entrar en el círculo, por una agricultura industrializada, generadora de graves impactos ambientales
 Más de medio siglo ha pasado sin que el problema del hambre en el mundo se haya solucionado.  Millones de personas ( 850 millones, FAO) como nosotros,  siguen pasando hambre o se ven obligadas a desplazarse, mientras un tercio de la producción de alimentos se tira a la basura  ( 9 millones de toneladas al año solo en España)
En poco más de medio siglo se han perdido el 75% de las variedades  hortícolas  (FAO) y una tercera parte de las 4.000 razas de animales domésticos utilizadas para la agricultura o la alimentación están en peligro o amenazadas de extinción. A todas luces resulta evidente que la tan cacareada revolucion verde no cumplio con los compromisos de alimentar a la humanidad, pero si que ha supuesto una absoluta perdida de biodiversidad cultivada, y la dependencia de los agricultores, y por tanto de los consumidores, de las grandes multinacionales que controlan la alimentación global
 
La agricultura industrial, el agronegocio, es en gran medida responsable del cambio climático, se estima en   un 25% las aportaciones de gases de efecto invernadero son producidas por la agricultura (10-12 Gt CO2 /año), pero a la vez es uno de los primeros sectores afectados por el propio cambio climático,  aumento de las temperaturas, sequías, inundaciones, exceso de ozono, incendios, plagas. Sin entrar en lo petrodependiente que es, abonos, combustibles…
La agroindustria en manos de empresas como Monsanto, Syngenta, Bayer, acapara el 75% de las semillas cultivadas en el mundo, semillas que para su correcto desarrollo están asociadas a fertilizantes y plaguicidas que también producen ellos. La dependencia cada dia es mayor y los efectos nocivos sobre la tierra, el clima y en ultima instancia las personas, son incontestables.
 La pérdida  de todos estos recursos sostenibles, pérdida de biodiversidad, supone también la pérdida cultural de las tradiciones. Porque tanto la diversidad biológica como cultural son el resultado de la evolución natural y cultural, dentro de un marco territorial especifico.
Deberíamos organizar el rescate de las semillas de las variedades locales que todavía conservan nuestros vecinos, antes de que sea demasiado tarde, y entre todos e implicando a mas de los que todavía somos, reproducírlas y compartirlas para así recuperar parte de esa tradición perdida y a la vez asegurarnos nuestra propia producción. Las semillas son el legado de nuestros antepasados, forman parte de nuestra cultura, no podemos dejar que desaparezcan.
Cesar Perez Ostale

Las Eras 157, Alpuente

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