MACETO HUERTO-INVERNADERO


La sabiduría popular, representada esta vez en la voz de Mariano, dice que cuando lleguen las rosadas, las lechugas no aguantaran. Yo le digo a Marisa que estoy jugando con el maldito cambio climático, con ese mismo que tratamos de combatir.
 Hace ya más de tres meses que abandone mi cachito de tierra en La Tierra. Ahora y a 900 mts.de altura me planteo nuevos retos. El primero darme a conocer a mis  vecinos, acercarme a ellos, a su naturaleza.
Mariano "el soltero" no entiende que plante lechugas y aromáticas entre paja seca, en una arqueta vieja y menos que lo haga en esta época del año, en la que todo alrededor se tiñe de amarillos y ocres; pero yo sí que entiendo a Mariano, y a esa sabiduría que representa. Es otro juego mas de alguien que no tiene la necesidad de vivir de ello, de alguien que pasa sus días de ocio contemplando, pensando, admirando ese entorno tan bello que le rodea y en el cual se refugia huyendo de otra realidad ,que sin formar parte de esta la afecta de igual manera y  a la cual contribuye mientras lucha con ella. Primero llego la revolución verde, después de una penosísima postguerra en la que la zona sirvió como despensa de los ejércitos “nacionales” que combatían en la gran guerra. Mas tarde la mecanización, y con ello se dejó de trabajar a sangre, como bien dice Dionisio, sangre de los animales que acompañaron a sus amos en las labores mas penosas del campo.    Con la entrada en la Unión llegaron las ayudas, los subsidios, los seguros... y los campesinos comenzaron merecidamente,  a ver nuevas perspectivas.  Los corrales se convirtieron en patios y los pajares en hermosas viviendas restauradas dispuestas a acoger a los habitantes de la urbe; los caminos polvorientos y sus cruces, en despejadas alfombras  de asfalto, y  magnificas rotondas decoradas. Allí en lo alto, molinos eléctricos de esos que mantienen  iluminadas las ilusiones  de las grandes ciudades, un poco mas allá en la otra montaña también; y en las laderas crecen, en vez de ricos campos de cereal, viñas o almendros, las espeluznantes granjas de cerdos en las que los pobres animales pasan su efímera vida engordando, para después llevados por esa inmensa alfombra negra, llegar despedazados al magnifico expositor del mega supermercado de tu centro comercial más próximo.
 Indiscutiblemente su calidad de vida ha mejorado a lo largo de estas últimas décadas mientras paradójicamente todo a su alrededor empeora .Ahora  y sin apenas tiempo  para haber disfrutado tanto cambio, el panorama se muestra otra vez sombrío; la lluvia que no termina de llegar nunca, hace padecer  a los árboles que agotados se entregan. Esa misma lluvia en forma de nieve que antes caía en abundancia en los fríos inviernos, ahora ya no llena los importantes acuíferos que han mantenido fresca y limpia el agua de las múltiples fuentes que hay en toda la comarca, lejos de todo esto es el purín, obtenido en esas factorías de carne, el que irriga los campos y contamina los acuíferos.
 Y todos cuentan como el Regajo pasaba lleno de agua limpia con la que regaban sus huertas, hoy casi abandonadas, de la que bebían y disfrutaban en sus baños de verano, y como incluso en ocasiones alguna crecida se había llevado por delante los muros de algún corral; y lo cuentan con pena y resignación y es esa misma sabiduría la que les hace comprender que sus ojos cansados ya no lo volverán a ver....














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