con los pies en la tierra o... desde mi ventana


Desde mi ventana se ve el verde del espesor del huerto coronado por el amarillo de los girasoles. Desde el huerto también se ve mi casa. Pero en el huerto se ve la vida, mientras en casa, pasa la vida. Si te sientas en el frescor de la sombra del membrillero, junto a la acequia, a contemplar la biodiversidad, el tiempo se transforma. Casi puedes ver como se estiran los calabacines.
 La suerte nos ha acompañado. Ha llovido, no lo suficiente pero si lo necesario, para que el Reguero, nuestro arroyo, siga con agua. El resto es el cariño, el intento de aproximación a la comprensión de los sistemas naturales.  En sí; la misma contemplación de la naturaleza. Absorto, a menudo descubro que pese a que madrugué ya ha pasado toda la mañana.
Lo peor llega cuando tienes que volver a subirte  en la maquina con ruedas;  y mientras  avanzas por   la tórrida y pegajosa alfombra negra y desciendes metros, aumenta la temperatura y… el paisaje cada vez mas humanizado. Hasta llegar a ese inmenso polígono comercial iluminado a todas horas, que rodea  a la ciudad y la abastece de innecesario consumismo. Programados, adaptados, a vivir en ella sin más. Sin mas pretensión que la de obtener "beneficios" a costa de esfuerzos y sacrificios, propios o ajenos, creando a la vez situaciones cada día mas insostenibles y peligrosas.
Vivimos en espacios muy vulnerables sin ninguna capacidad de resiliencia. , totalmente dependientes de cuantos recursos puedan esquilmarse allí donde nuestra vista no llegue,  y más pronto que tarde comenzaremos a sufrir las consecuencias.  El peligro aumenta cuando a costa de mantener tanta infraestructura, tanto modo de vida insostenible, seguimos abusando y aceleramos mas todavía hacia el abismo. ¿Hasta cuándo? pues muy probablemente hasta el colapso y el "sálvese quien pueda".
Naomi Klein en su último libro, Esto lo cambia todo nos recomienda saltar del barco. Saltar del barco en sentido literal De nada sirve ya remar, ni aunque lo hagamos todos juntos, en un barco que pese a remiendos y parches hace agua y se hunde. El barco no es otro que el Neoliberalismo, el sistema económico mundial y su forma de depredar recursos y organizar nuestras vidas. 
Veo crecer los calabacines y cuando creo que su tamaño es suficiente los corto, porque si los dejo crecer engordan y multiplican su peso,  pero ya no sirven para comer. Y cuando la planta llegue a su plenitud y termine de regalarnos todos sus frutos, la compostaremos para intentar así devolverle a la tierra lo que nos prestó,..... La vida.

Cesar Pérez Ostalé


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