CV35 LA CARRETERA DE LA MUERTE


Situado sobre algún puente de los que cruzan la CV35 me dedico a observar el trafico. Me interesa tanto el de subida como el que baja hacia Valencia, pero es a este último al que presto más atención. Para los ojos de cualquier automovilista un camión es solo otro vehículo más que adelantar. Pero el que está acostumbrado a utilizar esta vía sabe que todos los camiones pesados que transitan por ella tienen las mismas características. No llevan ningún distintivo que indique que transportan, ni tan siquiera el de la empresa a la que pertenecen, y todos son de tres tipos; camiones volquetes, que transportan áridos, arcillas y caolín y camiones destinados al transporte de animales vivos todos ellos siempre en dirección a Valencia por que los únicos que suben con carga son los que transportan el pienso para las granjas. Este es el tráfico pesado que surca la CV35 la carretera que vacía nuestra comarca de recursos, a un alto coste medioambiental para abastecer a la gran ciudad puesta a sus pies 

Para seguir edificando y alimentando, para que la ciudad crezca sin sentido en esa espiral especulativa insostenible, hacen falta recursos y la Serranía está ahí para ello. Pero cuando todo esto, que no se produce en la ciudad (nada de lo que se consume en ella se produce allí) se consume, cuando se transforma a costa de nuestros estúpidos estilos de vida en basura, también tiene sitio en los vertederos de la comarca, como el de Pedralba

Mina entre los termino de La Yesa y Alpuente

Las minas a cielo abierto de caolín, arcillas y áridos fracturan y rompen el ecosistema y el paisaje de manera irreversible, lo alteran de tal forma que es imposible recuperarlo ni tan siquiera con los proyectos más ambiciosos. Generan aproximadamente el 75% de los residuos industriales. Asimismo, los acuíferos y los cursos de agua próximos pueden resultar afectados, poniendo en peligro la fauna y flora del lugar. Además, el arrastre de las partículas por el agua perjudica a la agricultura, al erosionar y esterilizar las superficies de cultivo cercanas. A todo esto, hay que añadir la alta contaminación que produce el polvo en suspensión, las emisiones producidas por la maquinaria pesada y el transporte incesante de camiones por la zona, y la contaminación acústica.
La Serranía está llena de ellas desde Aras hasta Lliria, en todos los términos municipales, pero con especial impacto en Las Higeruelas y el Villar, es en este último donde a menudo se baten los records de contaminación ambiental por partículas en suspensión de la provincia de Valencia
El daño que provocan no se compensa ni económicamente ni generando empleo en la zona, los ayuntamientos apenas perciben beneficio a cambio de semejante destroza del patrimonio ambiental y cultural, y se genera mucho más empleo en el transporte y en la industria de transformación a donde van dirigidos los materiales que en los propios términos.
La misma descompensación ocurre con las granjas de cría intensiva de cerdos, aves y conejos. Por un lado, no generan empleo estable. Una sola persona puede llevar prácticamente l ciclo entero de engorde, y solo cuando se cambia de ciclo se contrata a alguien más para ayudar a la limpieza de las instalaciones. A cambio consumen ingentes cantidades de agua a costa de los acuíferos (en el término de Alpuente  800 habitantes se consume la misma cantidad de agua que en el de Torrent 79.000 habitantes,  ecos de la serranía otoño 2016) Acuíferos que en su mayoría están contaminados por los purines que se producen en las granjas y que se vierten sobre los campos indiscriminadamente. En este sentido una vez más la legislación no se cumple y cada día se infringen más las normas con esa triple combinación nefasta, envenenamiento de la tierra por exceso de nitrógeno y otras sustancias, envenenamiento por lixiviación de los acuíferos, y esquilmacion de estos, ya que cada año nieva y llueve menos y su reposición es imposible al ritmo que se vacían

Granjas de cría intensiva en Aras de los Olmos y monocultivo de la almendra.

Por otra parte, el precio al alza de la almendra en los últimos años, ha promovido el cambio de cultivos en numerosos términos, a consta de vides o en parcelas antes destinadas al cereal. La alta inversión que en arboles hace el agricultor y las fechas elegidas para su plantación, unido a la falta de lluvias obligan a estos hacer riegos añadidos otra vez a costa de los acuíferos. Mientras en toda la comarca no existen apenas empresas de transformación que dieran sentido a este monocultivo intensivo de carne y almendra., que ayudaran a crear empleo y fijar población. Tampoco existen explotaciones ganaderas extensivas ecológicas y ya apenas quedan pastores, por no hablar de las huertas abandonadas hace años ya
Esta es la realidad de una comarca que se vacía de recursos y habitantes a un alto coste medioambiental   El futuro no es nada esperanzador y así el relevo generacional, hacia actividades mucho más sostenibles es imposible, porque no hay alternativas.
La paradoja es que mientras cientos de camiones surcan a diario esta carretera yo para subir a mi pueblo en transporte público tengo que concertar previamente el trayecto y aprovechar la única oportunidad que se me ofrece.
Cesar Perez Ostale
Ecologistas en Accion

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