Luis Picazo: Última llamada, un manifiesto decrecentista


(Artículo de Luis Picazo Casariego, autor del documental Decrecimiento, del mito de la abundancia a la simplicidad voluntaria, acerca de nuestro manifiesto.)
Luis Picazo Casariego durante la grabación del documental sobre el decrecimiento.
Luis Picazo Casariego durante la grabación del documental sobre el decrecimiento.
El diagnóstico que hace el manifiesto “Última llamada” me parece indiscutiblemente acertado. Hemos sobrepasado la capacidad de carga del planeta para sostener el modo de vida de los países industrializados (recordemos que la huella ecológica de gran parte de la humanidad sigue estando por debajo de la huella media estimada que puede sostener el planeta). Después de décadas de capitalismo global no hemos logrado el reparto de los recursos que este nos prometió, sino exacerbado un desequilibrio en el consumo en el que una pequeña parte de la humanidad es responsable de una gran parte del agotamiento de los recursos no renovables, de la destrucción medioambiental y de la contaminación y acumulación de los residuos generados. Esto es un hecho científico al margen de toda consideración ideológica.

Me parece muy importante destacar, y el manifiesto así lo insinúa, que las diferentes propuestas económicas, desde el neo-liberalismo al keynesianismo, no pueden aportar una solución al problema, ya que todas caen en el vicio del productivismo, el crecimiento ilimitado, es decir, la falta de una auto-limitación que los límites físicos del planeta nos va a imponer, nos guste o no. En efecto, el economista ortodoxo a menudo pasa por alto los inputs y los outputs no deseados del proceso económico, y se interesa unicamente por el proceso en si, asumiendo que existen los recursos necesarios para que este se produzca y que la biosfera puede asumir unas “externalidades” que normalmente metemos debajo de la alfombra. En general, no creo que los economistas ignoren el problema de los límites, sino que no pueden aportar una solución porque esta sería probablemente revolucionaria, término que espanta a los políticos que les dan trabajo. Sin embargo, pienso que, de nuevo nos guste o no, nos dirigimos hacia una situación revolucionaria.
No estamos ante un tema nuevo. Como también indica el manifiesto, ya se planteó en los primeros años 70, especialmente a partir de la publicación del informe “Los limites del crecimiento” encargado por el Club de Roma al MIT. En él, ya se advertía de que en cien años se alcanzarían los límites absolutos de crecimiento de mantenerse los incrementos de población, industrialización, contaminación, producción de alimentos y explotación de los recursos naturales que había en ese momento. Este informe fue histórico porque supuso el fundamento científico que confirió autoridad a un movimiento ecologista naciente, introduciéndose el tema de los límites del crecimiento en el debate político. Sin embargo, el ecologismo político, con todas sus virtudes y logros, hace tiempo que fue asimilado por el capitalismo, especialmente a partir de los años 90, con la extensión del desarrollo sostenible en la política económica de los países industrializados. Y esta fue sin duda una estrategia de reforma gatopardista, que nos vendió la idea de que una transición a las energías renovables, la eficiencia energética y las soluciones tecnológicas bastarían para no agotar los recursos naturales. No ha sido así, y aquí es donde quería llegar para introducir mi única crítica al manifiesto.
Aunque los autores hacen esta crítica al desarrollo sostenible, al greenwashing que hace el capitalismo verde para continuar en una dinámica productivista, advierto en el manifiesto cierta falta de compromiso, o más bien, de definición. No se trata de proponer ningún modelo alternativo, pues nadie lo tiene, pero hace tiempo que hay gente trabajando en una idea común de cambio que se ha dado en llamar “decrecimiento” y que estoy seguro que los autores conocen. No se menciona a este movimiento en el manifiesto, y francamente, se echa de menos. Sospecho que ha sido una decisión deliberada. Cierto que este es un movimiento en ciernes, que tiene sus contradicciones, que ha elegido una palabra polémica como bandera, pero sin embargo trabaja en una idea común en la que todos los que pensamos como los autores del manifiesto creemos: nuestra oposición a la ideología dominante del crecimiento económico así como la necesidad de una transición a un sistema socio-económico que integre los límites físicos del planeta, adaptando nuestro modo de vida a la capacidad de carga de la biosfera, y no al contrario. Dicho de otra forma, creo que todos vemos urgente acabar con el mito de la abundancia en el que vivimos. Cuanto antes lo hagamos, antes enfrentaremos el problema de forma civilizada y justa. Cuanto más tardemos, más probable será un restablecimiento del equilibrio mediante la barbarie, dejando fuera de juego a gran parte de la humanidad.
Los objetores de crecimiento no tienen una teoría ni un modelo socio-económico alternativo que solucione un posible colapso de la sociedad industrial, pero trabajan día a día a nivel individual (es la llamada “simplicidad voluntaria”), a nivel colectivo, en experiencias de auto-gestión, y a nivel político, ya sea mediante el activismo, el asociacionismo, la creación de partidos del decrecimiento o la influencia en los partidos tradicionales, para contribuir a esta transición. Creo que el decrecimiento es un movimiento que, por el momento, se define mejor por oposición que dando una definición positiva, ya que todavía está gestándose, pero que tiene muy claro el diagnóstico del problema, diagnóstico que coincide exactamente con el de los autores del manifiesto. Por ello, creo que este es un manifiesto “decrecentista” aunque no se diga expresamente. Y pienso que debemos liberarnos de este complejo. Sabemos que la palabra decrecimiento tiene pésima prensa, ya que en una sociedad diseñada para el crecimiento el decrecimiento sería catastrófico. Pero nuestra labor, especialmente en este tipo de declaraciones, es divulgarlo y darlo a conocer, para evitar las lógicas confusiones que la palabra produce en la persona que no lo conoce.
logo-documental-decrecimientoComo autor de un documental en curso de producción sobre el decrecimiento, intento aportar mi grano de arena en este sentido. Dar a conocer este movimiento de una forma clara, crítica y constructiva es una labor en la que todos los que somos conscientes de la situación de parálisis a la que nos dirigimos creo que debemos estar implicados. Este manifiesto es una gran aportación, esperemos que se vaya definiendo como una declaración de objetores de crecimiento en toda regla.

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