EXTRAÑAS ADICCIONES

Son cerca de las tres y una extraña sensación comienza a inundarme. Si, justo en esa hora termina, a veces, mi jornada laboral. Bici-reflexión hasta casa (no existe para mi un lugar mejor que el que envuelve a mi sillín), comida voraz, y enseguida a por la ropa de faena. Es cierto que cuesta, con el sopor salir de casa, pero una vez rompo el umbral, el barrio me espera, y ahora mas que nunca me siento parte de el. Casi siempre tranquilo, muy tranquilo a esas horas, al carrer el sopor se desvanece, se diluye entre pensamientos que atañen a acciones. A vegades a peu, a vegades amb bici…. avinguda del Mediterrani, dctor Lluch i al girar el canto del tenis apareix el solar del Clot. Con sus plásticos paseados por el viento. Con la resistencia de sus hierbas, que le plantan cara a la extrema sequedad del escombro convertido en suelo. Con el esplendor de su calle adoquinada con grandes bloques de rodeno y sus magnificos colores, el último vestigio de lo que un día fue. Sin una sombra, a excepción de la que proyecta los restos de la última vivienda que parece quiera convertirse en escombro también. (no es extraño que prefiera como sus compañeros salir del olvido para transformar una vez más  el Clot, y más si es para lucir entre bancales, o junto a la Casa del Oso).  A la izquierda aparecen los bancales elevados de madera, como barcos deseosos de zarpar. Tomates, pepinos, pimientos, berenjenas, remolachas, acelgas…  Hasta 7 se han plantado ya. Junto a ellos un tesoro todavía por desvelar, quizás el más importante de todos los que el suelo, de esta parte de la ciudad esconde... y hay muchos. A la derecha comienza a vislumbrarse, para mí el lugar más mágico, el solar de lo que “La Escuelita” será. Más allá el dragón, la espiral, la compos, las flores …Si, este es el escenario de mi adicción. Soy tremendamente adicto a las azadicas que en el armario esperan, a la criba, a los capazos y a la pala castrá.  Adicto al polvo, y a la tierra fliträ. Adicto al banco que junto a la pared me espera para descansar y contemplar. Adicto a la compañía , a tanta ilusión

Hoy la maldita alienación me retiene aquí, tan lejos de mi adicción

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